martes, enero 30, 2018

Dimas Castellanos desde Cuba: Cuando la CTC fue un verdadero sindicato, Roberto Simeón: El X Congreso de la Confederación de Trabajadores de Cuba. El movimiento obrero retrocede ante el castrismo

Tomado de http://www.diariodecuba.com

Cuando la CTC fue un verdadero sindicato

Por Dimas Castellanos
La Habana
28 de Enero de 2018

El 28 de enero de 1939, después de un largo proceso de luchas, 1.500 delegados de 789 asociaciones obreras, reunidas en La Habana, dejaron constituida la Confederación de Obreros de Cuba.

Con la introducción del salario como forma de pago emergió el sindicalismo en la Cuba colonial, se fortaleció con las libertades contenidas en el Pacto del Zanjón, tomó fuerza con la Ley General de Asociaciones de 1888 y asumió mayoría de edad con las libertades y derechos refrendados en la Constitución de 1901 (libertades de expresión, reunión, movimiento y derecho de dirigir peticiones a las autoridades, entre otras).

Su avance resulta inexplicable sin las libertades que sirvieron de base a su quehacer. En 1889 se realizó un congreso obrero, el 1 de mayo de 1890 —primer aniversario del Día Internacional de los Trabajadores— sindicatos de La Habana desfilaron por las calles en homenaje a los obreros ejecutados en Chicago y en 1899 se fundó la Liga General de los Trabajadores Cubanos.

Sobre esa legalidad, mediante un amplio movimiento huelguístico entre 1902 y 1914, conquistaron la definición de los días festivos y de duelo, la jornada de ocho horas para trabajadores del Estado, la Ley Arteaga que prohibió el pago en fichas y vales, el cierre de establecimientos comerciales y talleres a las 6 pm, y que el presidente Mario García Menocal creara la "Asociación Cubana para la Protección Legal del Trabajo", una de cuyas recomendaciones fue la convocatoria del congreso nacional obrero celebrado en agosto de 1914.

Entre 1917 y 1925 las huelgas en reclamo de la disminución de la jornada laboral y el aumento de salarios desembocaron en la fundación de la Central Obrera de La Habana y la celebración de su primer congreso, en la creación de las "Comisiones de Inteligencia Obrera" en los puertos para canalizar los conflictos obrero-patronales, integradas por patronos y obreros con poderes legislativos y ejecutivos, y en la fundación de la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC) en 1925: la primera central sindical cubana de carácter nacional.

Entre 1930 y 1933 el aumento del desempleo, la rebaja de salarios y la demora en los pagos generó otra ola de huelgas que obligó al Gobierno a decretar el estado de emergencia. Los sindicatos, conjuntamente con el Directorio Estudiantil y otras organizaciones respondieron con la huelga general que derrocó a Gerardo Machado en 1933. Le siguieron la huelga de los empleados de la Secretaría de Comunicaciones en 1934 y la huelga general de 1935, con características de levantamiento popular.

La fuerza del sindicalismo hizo que los gobiernos de Grau San Martín y de Federico Laredo Brú dictaran legislaciones avanzadas: el Decreto 276 de enero de 1934, acorde con lo estipulado por la Organización Internacional del Trabajo y el Decreto 798 de abril de 1938, hasta hoy la legislación laboral cubana más avanzada.

Triunfos sindicalistas de la CTC


De esa historia genuina surgió la Confederación de Trabajadores de Cuba en 1939, la segunda central sindical más grande de la región y la incorporación de las victorias obreras en los 27 artículos del Título VI de la Constitución de 1940. Entre ellas:

La regulación de los sueldos mínimos por medio de comisiones de obreros y patronos; la jornada máxima de ocho horas y la semanal de 44 horas de trabajo por 48 de salario; el derecho de sindicación; el derecho de los trabajadores a la huelga y de los patrones al paro; la preponderancia del cubano por nacimiento en el importe total de los sueldos y salarios; y el sometimiento de los conflictos laborales a comisiones de conciliación, integradas por representaciones paritarias de patronos y obreros.

Después de 1940 el sindicato azucarero impuso una cláusula de garantía —conocida como diferencial azucarero— mediante la cual los trabajadores del sector obtuvieron un salario extra del 13,42%; cada Primero de Mayo una manifestación obrera presentaba al presidente de la República una lista de demandas; los retiros de Plantas Eléctricas, Gastronómico y Artes Gráficas construyeron el edificio de Carlos III que arrendó a la Compañía de Electricidad, el Habana-Hilton (hoy Habana Libre) y el reparto Gráfico respectivamente, mientras el Palacio de los Trabajadores fue construido con aportes obreros y donativos gubernamentales.

En medio de esos avances, la pugna entre auténticos y comunistas primero, y entre auténticos después, afectaron al sindicalismo.

En el V Congreso de la CTC de 1947 —que realmente fueron dos: uno auténtico y otro comunista— el segundo fue declarado ilegítimo por el Gobierno de Grau San Martín. Mientras las discrepancias entre las dos centrales obreras auténticas terminaron en la sustitución de Ángel Cofiño, secretario general, por Eusebio Mujal.

(Eusebio Mujal  señalado con traje blanco y Ángel Cofiño señalado con traje oscuro juntos al Presidente Fulgencio  Batista)

Ante el golpe de Estado de 1952 Mujal, después de convocar a una huelga general, aceptó la oferta del Gobierno, retiró la orden a cambio de conservar los derechos adquiridos por los trabajadores y mantener el status quo de la CTC. Al aumentar las huelgas, Mujal quedó atrapado en el dilema de apoyarlas o no y optó por lo segundo. Batista, a cambio, otorgó algunos beneficios a los trabajadores y ante el llamado a la huelga de abril de 1958 decretó un aumento salarial para disuadir a los trabajadores: el salario mínimo se elevó en la capital a 85 pesos, en otras ciudades a 80 y fuera del perímetro de la ciudad a 75, cuando un peso equivalía a un dólar.

"Lo que diga el Comandante"

A partir de 1959, el Gobierno revolucionario requería el apoyo del sindicalismo. Aunque el apoyo popular a la huelga del 1 al 5 de enero de 1959 —motivado por las ansias del pueblo de finalizar el derramamiento de sangre— fue usado para tejer una leyenda sobre un supuesto protagonismo obrero. Sin embargo, 17 días después la genuina CTC fue disuelta y sustituida por la Central de Trabajadores de Cuba-Revolucionaria (CTC-R), con una directiva provisional encabezada por David Salvador y Conrado Bécquer, procedentes del Frente Obrero Nacional que se había creado en la Sierra Maestra.

En respuesta, se creó el Frente Obrero Humanista (FOH), que aglutinó a 25 de las 33 federaciones de industrias, bajo el lema "¡Ni Washington ni Moscú!".

El conflicto se decidió en el X Congreso, de noviembre de 1960, donde David Salvador expresó que: "los trabajadores no habían ido a plantear demandas económicas sino a apoyar a la revolución". Ante esa afirmación, Emilio Máspero, observador del Movimiento Social Cristiano, preguntó cuál era entonces el proyecto de los trabajadores. A lo que David Salvador respondió: "Lo que diga el Comandante".

El 22 de noviembre, Fidel Castro propuso un voto de confianza a la candidatura de David Salvador y se procedió a la elección de la directiva en su presencia: un hecho violatorio de la independencia sindical. En la candidatura quedaron fuera los comunistas y anticomunistas más destacados.

Inmediatamente después, el ministro del Trabajo —investido de facultades— procedió a despedir dirigentes e intervenir sindicatos y federaciones hasta que la mayoría de los dirigentes electos para el X Congreso quedaron excluidos.

En el XI Congreso de la CTC-R, en 1961, se postuló un candidato para cada puesto y la directiva electa fue esencialmente del Partido Socialista Popular (PSP), encabezada por Lázaro Peña. Los delegados renunciaron a casi todas las conquistas históricas del sindicalismo cubano. Para el XII Congreso, en 1966, el Partido Comunista eligió la fecha y designó la Comisión Organizadora encabezada por un cuadro de la UJC que sustituyó a Lázaro Peña.

El movimiento obrero quedó bajo control del Partido, refrendado constitucionalmente como "la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado ", y la CTC como su brazo auxiliar. Al desaparecer su autonomía, que es lo mismo que el oxígeno a los seres vivos, el sindicalismo quedó desnaturalizado. Tres hechos de los últimos años son suficientes para demostrarlo:
  1.     En septiembre de 2010, la CTC apoyó los despidos laborales con un documento que decía: "Nuestro Estado no puede ni debe continuar manteniendo empresas, entidades productivas, de servicios y presupuestadas con plantillas infladas, y pérdidas que lastran la economía".
  2.    En mayo de 2013, el Pleno 93 del Consejo Nacional de la CTC designó a Ulises Guilarte, primer secretario del PCC en la provincia Artemisa, para presidir la Comisión Organizadora, en consecuencia fue el próximo secretario general de la CTC.
  3.  En febrero de 2014, durante los preparativos del XX Congreso, el miembro del Buró Político, Salvador Valdés Mesa, planteó que "la plataforma económica, política y social de la Revolución quedó definida en los Lineamientos aprobados en el último Congreso del Partido y que al movimiento sindical le corresponde movilizar a los trabajadores para materializar esos acuerdos".
En ninguno de los tres casos hubo mención a la insuficiencia de los salarios, a la libertad sindical, al derecho a la huelga, ni a ninguna de las razones que sustentan la existencia de los sindicatos.
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Tomado de http://www.angelfire.com
   
El X Congreso de la Confederación de Trabajadores de Cuba. El movimiento obrero retrocede ante el castrismo

Por Roberto Simeón


El movimiento obrero retrocede ante el castrismo.

La ocupación armada de la CTC el primero de enero de 1959 crea las condiciones para que el movimiento obrero organizado iniciara un proceso en el que cada día renunciaba, o le eran arrebatadas, conquistas logradas en un siglo.

El 17 de abril, en el Central Park de Nueva York, Fidel Castro define los principios que dice sustentan su pensamiento político con las palabras siguientes: "La democracia, que sólo habla de derechos teóricos y olvida las necesidades del hombre, no es ni sincera ni verdadera. Ni dictadura del hombre, ni la dictadura de una clase de grupos, de castas, de la oligarquía: Libertad con pan, pan sin terror; eso es el Humanismo".

Pretendiendo ser consecuente al anterior pronunciamiento, un grupo de sindicalistas del Movimiento 26 de Julio creó un denominado "Frente Sindical Humanista" en el que se excluía a los comunistas, que estaban haciendo todo tipo de presión para volver a capturar el movimiento obrero organizado.

La presión se incrementaba en la marcha por el poder absoluto de Fidel Castro. Él no confiaba ni en los viejos ni en los nuevos sindicalistas que sustentaban los principios de una Central Obrera autónoma, no partidista y democrática. Tampoco confiaba en la mayoría de los combatientes contra la dictadura de Batista. En fin, creía que con su capacidad de organización y vulnerabilidad política, los comunistas serían dóciles a su dictado.

En octubre se crearon las milicias de trabajadores con gran entusiasmo popular. Pero las esferas del gobierno real muy pronto comenzaron a marginarlas; consideraban, con razón, que las mismas estaban muy vinculadas al movimiento sindical. Se creó la escuela de oficiales de milicias en Matanzas, pero estaba decidida su disolución; progresivamente se incorporaban elementos seleccionados al ejercito y organismos de seguridad.

Fidel Castro destituye al Dr. Manuel Urrutia, Presidente de la República, y asume públicamente el poder político y militar que de hecho lo ejercía desde la jefatura de las Fuerzas Armadas.

Manuel (Manolo) Fernández, Ministro del Trabajo, figura legendaria de la Revolución Cubana, renuncia a su cargo en el gobierno formal, no sin antes por decreto determinar que para ser delegado al X Congreso de la CTC era condición insoslayable ser elegido por los trabajadores del sindicato correspondiente al centro de trabajo en que el aspirante ejercía su condición de trabajador. Con este decreto invalidaba la posibilidad de elección de cuadros sindicalistas comunistas que hacía décadas no ejercían su condición de trabajadores.

A mediados de mayo se convoca el XXIV Consejo Nacional de la CTC con el objeto de trazar las pautas organizadoras para el X Congreso; Fidel Castro se hizo presente y trazó la línea a la que tenía que ajustarse la dirigencia obrera: El objetivo central del trabajo sindical habría de orientarse a un apoyo irrestricto al gobierno, desechando las viejas practicas reivindicacionistas y de reclamación de mejores salarios, y confiar en el gobierno que no daría lo que no podía dar. Todos aplaudieron, y nadie se atrevió a la menor objeción, o a plantear tema alguno como era tradicional por el Consejo Nacional como centro de atención del Congreso.

Fuera del consejo se produjo la única voz discrepante: la declaración pública de la Comisión Obrera del Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) firmada por Cesar Lancis, como su Secretario General, y otros dirigentes obreros.

El 18 de noviembre se inicia el X Congreso de la CTC. La representación obrera era real: 2,584 delegados debidamente acreditados. La cifra de cuadros comunistas electos es todavía muy discutible. Conforme mi investigación, eran 87. Otros cálculos que pueden considerarse creíbles hacen llegar el total a 300. Es necesario hacer constar que las presiones, intimidaciones e inhabilitaciones, sin procedimiento legal alguno, a viejos sindicalistas opositores activos contra la dictadura de Batista que ostentaban prestigio sindical a nivel nacional se les impidió que fueran candidatos a delegados al Congreso.

La tensión en el Congreso se incrementa por horas cuando se acerca la fecha de su apertura. Muchos sindicalistas integrantes del Movimiento 26 de Julio temían ser desplazados por los cuadros del Partido Socialista Popular (partido comunista de Cuba). Se hablaba de vetos a unos y a otros por diversas razones. La mayoría de los delegados se identificaba como del Movimiento 26 de Julio. Había una amplia gama de Auténticos, Directorio Revolucionario, y una minoría insignificante de comunistas.

A nosotros (Comisión Obrera del Directorio 13 de Marzo) se nos citó a la Secretaria de Organización de la CTC para plantearnos una candidatura unitaria para la dirección de la central sindical. Respondimos que toda candidatura unitaria era válida siempre que respondiera a la proporción a los delegados acreditados en el Congreso, e insistimos que era fundamental un vigoroso frente de los sectores representativos de la Revolución Cubana.

El Congreso inició sus actividades mediante discursos de David Salvador, nuevo Secretario General de la CTC, cargo ocupado al desplomarse la dictadura de Batista. Estaban presentes Raúl y Fidel Castro. La tensión y las protestas ganaron confrontación y extensión entre los delegados; las demandas diversas se incrementaron y ganaban pasión: Se multiplicaban reuniones privadas de las mini-fracciones y consignas diversas: "No a los vetos; la CTC sólo para el 26 de Julio; unidad sí, comunistas no; unidad, los talleres del periódico Hoy para la CTC" -diario de los comunistas cuyos talleres fueron comprados con fondos sindicales en su mayor parte-. Mediante propaganda se afirmaba que el objeto de una recaudación era para editar un periódico para el movimiento obrero organizado. A Lombardo Toledano, el líder comunista mexicano especialmente invitado, al hablar al pleno del Congreso haciendo grandes elogios a Fidel Castro, varias voces se alzaron gritándole: "Eso mismo decías de Batista".

(David Salvador encadenado a Fidel Castro)


David Salvador, actuando como Secretario General de la CTC y conforme a los acuerdos del Consejo Nacional, quizás pretendió atenuar la crisis que se incrementaba con la tensión y el lenguaje agresivo de delegados que repudiaban la participación de los comunistas o rechazaban los vetos que se rumoraban en pasillos, oficinas y calles alrededor del Palacio de los Trabajadores. En su discurso de apertura expresó: "No hemos venido a este Congreso a demandar aumentos de salarios o reducción de jornadas. Hemos venido a reconocer que la tarea fundamental del trabajador es apoyar la revolución, consolidarla e impulsarla..."

Raúl Castro, como invitado especial, hizo uso de la palabra, expresando repetidamente: "Recuerden que tenemos que sacudir la mata, incluso en las organizaciones obreras, porque por ahí pueden quedar vestigios del mujalato..." Se refería a Eusebio Mujal.

Los gritos ganaban intensidad y desbordaban el Palacio de los Trabajadores, impugnando la presencia de los comunistas en la dirección de la CTC (sólo 26). Se oía: "unidad sí, comunismo no", y otros más agresivos. Era evidente que el primer Congreso se le iba de las manos a sus organizadores.

Fidel Castro ordena que David Salvador se traslade a la redacción del antiguo periódico Alerta, cercano al Palacio de los Trabajadores. En ese momento se llamaba Revolución, luego Granma. Le demanda preparar una candidatura unitaria de miembros del Movimiento 26 Julio para la dirección de la CTC, al objeto de evitar que en la misma aparecieran personas no confiables. Por supuesto, requería de su aprobación.

Fidel se trasladó al Palacio de los Trabajadores con una fuerte escolta militar. Tomó por segunda vez la palabra en el Congreso, en esta ocasión por algo más de dos horas, alegando entre otras cosas que le habían asegurado que su vida corría peligro al personarse en el Congreso; pero, no obstante ello, estaba allí porque tenía confianza en los trabajadores. Atacó a los que se proclamaban veintiseístas y humanistas, porque el término de veintiseísta pertenecía a los combatientes del Moncada, y humanista porque eso era una doctrina de su paternidad. Agregaba que había que darle un voto de confianza a David Salvador para que éste confeccionara una candidatura de unidad (que se había aprobado anteriormente en el periódico Revolución).

La primera consecuencia del Congreso fue que se generalizó la intimidación en el movimiento obrero en todos los niveles. Persecuciones, inhabilitaciones, destituciones o simple exclusiones sin ordenamiento jurídico en que se sustentara contra los que habían participado en el movimiento laboral o insurreccional y no manifestaban acatamiento sin condiciones. El sometimiento se imponía y no se permitía iniciativa alguna por activistas sindicales.


El 24 noviembre de 1959, mediante la Ley 647, se faculta al nuevo Ministro del Trabajo para intervenir cualquier sindicato o federación sindical. El 7 de enero de 1960, al efecto de concretar la subordinación sindical del movimiento obrero, a propuesta de Jesús Soto, el nuevo Comité Ejecutivo de la CTC-Revolucionaria acordó autorizar la "depuración" de aquellos dirigentes sindicales que fueran considerados "anticomunistas" o "contra-revolucionarios".

Esta fase del proceso culmina cuando el nuevo Ministro del Trabajo, Augusto Martínez Sánchez, disuelve la Federación de Trabajadores de la Construcción, y David Salvador, como Secretario General de la CTC, se le enfrenta por esa resolución. En consecuencia se ve obligado a presentar su renuncia como dirigente obrero. Poco después es detenido y condenado a largos años de prisión.

Réplica y comentarios al autor: r.simeon@psrdc.org