lunes, noviembre 20, 2017

La última expedición[1], Waldo Acebo Meireles sobre la Guerra de Independencia cubana de 1895: Sin lugar a dudas la contribución de las fuerzas navales norteamericanas desempeñó un papel básico en el cumplimiento de la misión del general Emilio Núñez Rodríguez:

 Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

La causa que McKinley esgrimió en su discurso para que la nación fuera a la guerra, fue el estado de inseguridad que había en Cuba para las propiedades y vidas norteamericanas. En su discurso el Presidente McKinley no tomó la explosión del acorazado Maine en la bahía de La Habana para llamar a la guerra. Los cubanos independentistas no cayeron en la trampa de unas negociaciones donde la Metrópoli Española se habría quitado la presión de una guerra con EE.UU. y trataría por todos los medios de mediatizar o bloquear la independencia de Cuba usando su poder y a las fuerzas políticas cubanas que estaban en contra de la independencia, entre las que se destacaban los autonomistas e integristas. El ya fallecido y notable historiador cubano Manuel Moreno Fraginals en una de sus últimas investigaciones averiguó que de los 5 acorazados tipo Maine que se construyeron, 3 tuvieron explosiones, incluyendo el propio Maine; se cree que fue debido a un error de diseño dada la cercanía de la Santa Bárbara o polvorín a las calderas del acorazado. La tiranía Castrista habla mucho que la oficialidad del Maine estaba en tierra ( murieron 2 oficiales) cuando ocurrió la explosión y que muchos marineros negros murieron en ella (hubo en total 266 muertes) pero no dice con el mismo énfasis de que el Comandante del Maine, el capitán Charles Dwight Sigsbee, estaba en su camarote escribiendo a su esposa cuando se produjo la explosión. A New York había llegado en visita amistosa de reciprocidad un buque de guerra español.

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Tomado de https://www.cubaencuentro.com/

La última expedición[1]

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Sin lugar a dudas la contribución de las fuerzas navales norteamericanas desempeñó un papel básico en el cumplimiento de la misión del general Emilio Núñez Rodríguez
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Por Waldo Acebo Meireles
Miami
20/11/2017

El general Emilio Núñez Rodríguez tenía la responsabilidad de preparar las expediciones de hombres, armamentos, ropas y diversas vituallas para las tropas mambisas que combatían en los campos de Cuba por la independencia de España. Todos sus pasos eran seguidos por la compañía de detectives Pinkerton’s National Detective Agency, que había sido contratada por la embajada española en Washington y a ello habría que sumar el espionaje ejercido por los cónsules de España en las diferentes poblaciones en las cuales el general debía establecer contactos, comprar las armas, etc.[2]

A todo lo anterior debemos agregar el hecho de que Núñez tenía que hacer sus gestiones de compras en el peligroso mundo de los comerciantes ilegales de armas[3] y en el mercado negro para la mayor parte de las vituallas necesarias, todas esa tareas las cumplió con audacia y temeridad.

El hecho de que el 21 de abril de 1895 España rompiese las relaciones diplomáticas con EEUU, y que el 25 del mismo mes el Congreso norteamericano le declarase la guerra a España, le facilitó al general Núñez completar los preparativos de la expedición, él había contratado dos barcos de los llamados “filibusteros”[4] el Fanita y el Florida.

La expedición zarpó del puerto de Tampa el 21 de junio, el mismo día que se inició el desembarco de las tropas norteamericanas en Daiquirí. Al paso por Cayo Hueso, el 25 de junio, se les unió la pequeña cañonera Peoria, al mando del teniente Thomas W. Ryan. Llegaron frente a la costa sur de la región central de Cuba el 29 del mismo mes. Llevaban un gran cargamento destinado a las tropas de Máximo Gómez que consistía en:

    4000 rifles Springfields y 200 Mausers[5] con 954.000 cartuchos para los Springfields y 200.000 para los Mausers
    200 revólveres Colt con 31.000 cartuchos
    2 ametralladoras M1895 Colt-Browning[6] con su parque
    2 cañones de dinamita con 150 proyectiles
    10 rifles de 3 pulgadas con 15.000 cartuchos[7]

Además de las armas el cargamento incluía 1.475 monturas 450 bridas. 663 uniformes 5080 pares de botas, e indeterminada cantidad de frazadas, sombreros y hamacas y alrededor de 200.000 libras de provisiones, incluyendo tocino, maíz, café, azúcar, carne, frijoles, lo que en Cuba conocemos como galleta de marineros. También la expedición incluía 50 caballos y 65 mulas[8] y el forraje necesario para su alimentación.

Entre el personal se encontraban 375 expedicionarios cubanos entre los que se incluían los generales de brigada Emilio Núñez y Rafael Rodríguez, el Coronel Manuel Martínez Amores, el Teniente Coronel Fernando Méndez Miranda así como el Comandante PedroTorres, Enrique Conill, J Buttari, el Capitán Idalecio Núñez, el Teniente Frank Agramonte, Abelardo Carbonell, y el licenciado José A Caiñas.

(Emilio Núñez Rodríguez.)

Los norteamericanos que acompañaron la expedición fueron 50 soldados de caballería de los “Buffalo Soldiers”[9] bajo el mando del primer teniente Carter P. Johnson y el segundo teniente George P. Ahern. Además entre los expedicionarios se encontraban 25 “Rough Riders” al mando del capitán Winthrop Astor Chanler hermano de William Astor Chanler, que hemos mencionado, otros norteamericanos expedicionarios que formaron parte de la expedición más bien como una aventura: el cuñado de Chanler, C. Temple Emmet, su amigo George Galvin, el explorador Dr. William Louis Abbott, el corresponsal de guerra Grover Flint[10] y el Dr. Maximilian Lund[11], el nieto del general Hood, bisnieto de Daniel Boone, y dos antiguos miembros del “Buffalo Bill’s Wild West Show”. Indudablemente que el personal de la expedición era bastante abigarrado.

El primer intento de desembarco: San Juan[12]

El primer intento se produce el 29 de junio en la desembocadura del río San Juan el mismo fracasó no tanto por el fuego de fusilería de una pequeña guarnición española sino que estuvo motivada por los arrecifes coralinos que se alineaban frente al punto del propuesto desembarco.

Los barcos con un profundo calado debido a toda la impedimenta que transportaban no podían acercarse, ni tampoco los botes que transportarían los hombres necesarios para asegurar la incursión; se realizaron varios intentos en la noche, pero fue imposible ejecutar el desembarco.

El segundo intento de desembarco: Tayabacoa[13]

El 30 de junio se produce el segundo intento frente a la desembocadura del río Tayabacoa, el desembarco estuvo comandado por el capitán Indalecio Núñez Rodríguez, hermano del general Emilio Núñez Rodríguez, e incluía unos 30 expedicionarios entre los que se encontraban Winthrop Astor Chanler, William Louis Abbott, y el Dr. Maximilian Lund. Al llegar los botes a la orilla fueron recibidos fuego de fusilería y de una pequeña batería de cañones.

Los españoles tenían un fortín [blockhouse], a unos 100 metros de la playa, al oeste del río, que según varias fuentes estaba construido con railes de línea, que no era lo habitual, por lo cual resistió los disparos realizados desde la cañonera USS Peoria, además habían construido trincheras y habían más de 100 hombres defendiendo el lugar. El hecho de que la zona estuviese tan protegida no era casual en más de una ocasión la zona había sido teatro de desembarcos, incluso uno, por lo menos, durante la Guerra de los Diez Años.[14]

El frustrado desembarco debió ocurrir al este de la desembocadura del río ya que se vieron obligado a dispersarse y adentrarse en la zona pantanos que se encuentra de ese lado del río. Entre los primeros caídos estuvo el capitán Núñez Rodríguez con una herida en la cabeza además murieron otros seis cubanos. Entre los heridos estaba Chanler con una herida en el codo y Abbott herido en el hombro. Al intentar retomar los botes para regresar a los barcos se encontraron que estos habían sido destruidos por el fuego de artillería.

Al encontrarse aislados el Dr. Lund decidió desnudarse, armarse de un cuchillo y lanzarse a nado a alcanzar los barcos y explicar la situación en que se encontraban los expedicionarios[15]. De inmediato el capitán Johnson ordenó salir en la búsqueda de los mismos, se realizaron cuatro intentos y todos fracasaron debido al nutrido fuego con que los españoles los recibieron. Mientras esto sucedía el coronel de la infantería española, Enrique Barreiro del Riego, partió del poblado de Tunas de Zaza al mando de una columna, llegando a Tayabacoa el 1ro de julio.[16]

Al caer la noche el capitán Johnson se acercó al teniente Ahern, que comandaba la tropa de soldados negros, y le dijo que dada la situación esos hombres eran su única esperanza de efectuar el rescate. Se dirigieron a los mismos y pidieron voluntarios, de inmediato cuatro de ello se ofrecieron: los soldados Dennis Bell, Fitz Lee, William Thompkins y George Wanton.[17]

Con la protección de la noche el grupo de rescate[18] se dirigió a la playa y penetró en la marisma, después de varios minutos de angustiosa búsqueda encontraron a Chanler que como ya mencionamos estaba herido y poco después al resto de los expedicionarios regresando de inmediato al barco.[19] El capitán Johnson decidió que era demasiado riesgoso el intentar recuperar los cadáveres y los mismos quedaron insepultos en Tayabacoa.

El tercer intento y final de desembarco: Palo Alto

Al mediodía del 1º de junio la cañonera Helena se unió a la cañonera Peoria y ayudó a poner a flote al Floridas que había embarrancado al intentar acercarse demasiado a la playa de Tayabacoa. La presencia de los refuerzos que habían llegado de Tunas de Zaza hacía que cualquier otro intento fracasara sin remedios. El capitán Johnson ideó una artimaña: efectuar un ataque al poblado de Tunas de Zaza para buscar que las tropas españolas se concentraran a la defensa de esa población, mientras el Fanita y el Florida se dirigían al este e intentaban el desembarco en Palo Alto donde existía un pequeño muelle.

El capitán Swinburne del Helena y el teniente Ryan del Peoria estuvieron de acuerdo con la estratagema y el 2 de junio alrededor de las 9AM se dirigieron a la ensenada de las Tunas que se encontraba protegida por varios cañones Krupp de tres y cuatro pulgadas y donde los españoles habían cavado decenas de trincheras. El fuego combinado de las cañoneras deshabilitó los cañones sufriendo el Peoria algunos desperfectos nada de preocupación. El poblado sufrió daños quedando destruido el fuerte y el almacén adyacente a la línea del ferrocarril.

Mientras el Helena quedó frente a la ensenada haciendo esporádicos disparos para mantener la atención de los españoles, el Peoria, junto al Fanita y al Florida se dirigieron a Palo Alto que con un pequeño embarcadero se encontraba a poco más de 10 Km. al este. Encontraron el lugar propicio, sin ningún impedimento y sin protección de las fuerzas españolas. En la mañana del siguiente día comenzó el laborioso desembarco de todo el equipamiento, hombres y caballos y mulas necesarias para el transporte.

El día 4 de junio Máximo Gómez pudo abrazar al general Emilio Núñez Rodríguez y recibir la expedición que este había exitosamente coordinado y ejecutado.

Conclusiones

Sin lugar a dudas la contribución de las fuerzas navales norteamericanas desempeñaron un papel básico en el cumplimiento de la misión del general Núñez, así como el hecho de la declaración de guerra entre EEUU y España facilitó el movimiento de los barcos filibusteros, pero el armamento y demás vituallas no fueron un dadivoso regalo del Gobierno norteamericano, sino comprada con las contribuciones monetarios de los exiliados cubanos, con la excepción de las dos ametralladora que mencionamos y que fueron donadas por un particular[20] que opinaba que:

“I sympathize with the Cubans in their gallant efforts on behalf of liberty and I, being an American, feel it necessary to do what I can to separate entirely this continent from Europe.”[21]

El reforzamiento de las tropas de Gómez, con un armamento superior al de las tropas interventoras[22] tiene que haber sido una preocupación. Por otra parte, los mambises disponían de una fuerza de alrededor de 45 mil hombres entre soldados, clases y oficiales, según los datos norteamericanos[23], con experiencia de combate y conocedores del terreno de operaciones, sin lugar a dudas que era una fuerza a temer en caso de que no fuesen desarmados y desbandados, ello explica el tratamiento cuidadoso y muy diplomático que tuvieron con el generalísimo Máximo Gómez jefe de toda esa fuerza a la cual temer.

[1] Este trabajo forma parte de mi libro recién publicado Máximo Gómez; el hombre. La última expedición no ha tenido un tratamiento adecuado en la bibliografía cubana, lo poco que se ha escrito sobre la misma está lleno de inexactitudes, el erróneo supuesto de que los pertrechos habían sido proporcionados por EEUU, más la participación de unas pocas tropas norteamericanas deben ser la razón de esto.

[2] Para una detallada narración de las dificultades en la preparación de una expedición recomendamos el libro de Narciso Gener González In Darkest Cuba, Columbia S. C. 1922.

[3] Naturalmente Núñez no podía dirigirse directamente a las fábricas, o comerciantes legales, de armas por las restricciones que el Congreso de EEUU había establecido para cualquier tipo de ayuda a la insurgencia cubana.

[4] La acepción original de este término es la de pirata, pero para esos años era considerado como tal todo aquellos que trabajaban por la emancipación de las que fueron provincias ultramarinas de España.

[5] Debemos destacar que el armamento era muy superior al que portaban los soldados norteamericanos que desembarcaron por Daiquiri y era similar a los que el ejército español utilizaba y que demostró su superioridad desde los primeros combates con la tropas norteamericanas.

[6] Las mismas fueron donadas por el multimillonario William Astor Chanler.

[7] Los llamados rifles de 3 pulgadas en realidad eran pequeños cañones de campaña.

[8] Estaban destinadas a mover todo el cargamento ya en tierra firme.

[9] Los “Buffalo Soldiers” originalmente fueron miembros el 10mo Regimiento de Caballería del Ejército norteamericano y estaba integrado por negros siendo formado el 21 de setiembre de 1866 en Kansas. El apodo de Buffalo Soldiers les fue dado por los nativos norteamericanos contra los cuales lucharon. El término se convirtió en sinónimo de todas las tropas integradas por negros.

[10] El mismo que compartiera unos meses con Máximo Gómez y que luego escribiría un libro sobre sus experiencias en la manigua.

[11] Dr. Maximilian Lund, germano-danés, integró originalmente al grupo de Chanler pero después se incorporó a las tropas del teniente Johnson como cirujano; Lund fue un tenaz duelista en la universidad alemana donde cursó estudios, su cara estaba cubierta de cicatrices por las heridas de espadas, era todo un personaje difícil de tratar.

[12] Para una detallada descripción de las vicisitudes de esta expedición una fuente básica es el informe del primer teniente Carter P. Johnson que estaba al frente de las tropas yanqui y que parece en: ANNUAL REPORTS OF THE WAR DEPARTMENT JUNE 30, 1898. Otra fuente de interés es: Sacramento Daily Union, Volume 95, Number 144, 15 July 1898 y el libro Heroic Deeds_in_Our_War_with_Spain editado por Wallace Rice, publicado por George M. Hill Co., Chicago 1898. Como fuente secundaria: Answering the Call to Serve de Hubert C. Jackson, RoseDog Books, Pittsburgh 2009.

[13] Usamos Tayabacoa, la toponimia oficial que aparece en el Atlas de Cuba edición de 1978, ya que en la bibliografía consultada aparece con diversas grafías.

[14] Expedición de El Salvador en 1870, ver Ramiro Guerra, La Guerra de los Diez Años, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1986, 2da edición, tomo 2, pág. 46.

[15] Por esta acción el Dr. Maximilian Lund recibió la medalla de honor el 13 de febrero de 1900.

[16] Diario Oficial del Ministerio de la Guerra Año XXI Núm. 236 Tomo IV pág. 186.

[17] Por el arrojo demostrado esos cuatro soldados fueron condecorados con la medalla de honor el 23 de junio de 1899, inexplicablemente al teniente Ahern, que dirigió el grupo, no le fue concedida esa medalla.

[18] Una de las fuentes consultadas añade a Grover Flint entre los participantes en la expedición de rescate.

[19] Chanler y Abbot retornaron a los EEUU a recuperarse de sus heridas. El primero participó como capitán en la I Guerra Mundial y el segundo continuó sus trabajos de ornitología.

[20] Como ya mencionamos William Astor Chanler fue el donante y participó con el grado de capitán en las batallas de Las Gúásimas, el Caney y San Juan como miembro de la división de caballería del Quinto Ejército de los EE.UU.

[21] ‘Simpatizo con los cubanos en sus valientes esfuerzos en nombre de la libertad y yo, siendo estadounidense, siento que es necesario hacer lo que pueda para separar por completo este continente de Europa’. Aunque hay que agradecerle al millonario Chanler por su donación sin lugar a dudas que en esta frase flota el espíritu de la Doctrina Monroe.

[22] Los mausers y springfields eran de fuego mucho más rápido que los krags que portaban los soldados norteamericanos.

[23] Cálculos realizados con vista al pago por el licenciamiento del ejército mambí.

© cubaencuentro.com

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ALGO POCO CONOCIDO SOBRE LA PROHIBICIÓN DE ENTRADA DE LOS MAMBISES EN SANTIAGO DE CUBA. POSICIÓN DEL MANDO Y GOBIERNO MAMBÍ ANTE LA INTERVENCIÓN NORTEAMERICANA EN LA GUERRA

( Muy breve fragmento de mi ensayo Ecos de Una Extraña Petición, Mención del Concurso Vitral 2000, concurso de la revista del mismo nombre de la Diócesis de Pinar del Río; el premio quedó desierto ...por las bases del concurso de haber recibido el premio se tenía que publicar )

Por Pedro Pablo Arencibia Cardoso


LA PROHIBICION DE ENTRADA DE LOS MAMBISES EN SANTIAGO DE CUBA

La prohibición de que el Ejército Libertador desfilase en Santiago de Cuba no fue una acción personal del general Shafter; en la carta de respuesta de Shafter a la magnífica carta de Calixto García, éste se disculpa: sintiendo en extremo que usted se haya considerado agraviado en lo más mínimo.132

y después alega:
Yo no puedo discutir la política del gobierno de los Estados Unidos.133

El periódico The New Journal, amigo de la causa cubana expresó:

La carta del General García es una carta llena de verdad. Toda su indignación es justa; todos sus reproches dignos y merecidos. Su sustancia y su tono serán aprobados por el pueblo norteamericano. Pero no por los españoles y sus amigos en los Estados Unidos.134

y más adelante envía este mensaje al General García, al General Gómez, a todos los soldados de sus ejércitos y a todos los hombres dignos de la Isla:

Confiad en el pueblo americano. El gobierna esta República. El elige los Presidente y los Congresos. Su voluntad es la ley. Para libertar a Cuba, para entregar la Isla a sus leales y bravos hijos, este país ha ido a la guerra con España. La palabra de la nación está dada en prenda y esa prenda será redimida.135

Sin embargo, cuando se lee la circular emitida por el Cuartel General del Departamento de Occidente del Ejército Libertador sobre la entrada a los poblados para evitar venganzas, no nos parecen tan inverosímiles las razones que expuso Shafter en la carta que mereció la contundente respuesta de García. Un fragmento de esa circular aparecida en el periódico “El Mambí” es citado por Poumier:

Los individuos del cuerpo que penetren en poblaciones ocupadas por las fuerzas españolas lo harán debidamente autorizados, vistiendo de paisanos y desprovistos de armas, traje de campaña, insignias o correajes que pudieran hacer conocida su condición militar.
Sólo se concederá permiso para pasar a las poblaciones no evacuadas por las tropas españolas en caso de necesidad atendible, justificada, y procurando el jefe que lo confiera limitarlo al más reducido espacio de tiempo.136

(Calixto García Íñiguez)

Por último, sobre este punto, deseo señalar que a los dos meses de la rendición de Santiago de Cuba, exactamente el 22 de septiembre de 1898, Calixto García, su Estado Mayor y 200 mambises en sus cabalgaduras entraron en Santiago. Fueron deferentemente esperados en las afueras de la ciudad y posteriormente escoltados por el gobernador civil de esa ciudad, el general Leonardo Wood, y parte de su Estado Mayor. Los mambises fueron objeto de un cálido recibimiento por los habitantes de la ciudad simpatizantes de la causa independentista. El general norteamericano Lawton, jefe del Departamento Militar de Santiago de Cuba, esperó a esa representación mambisa en la casa de gobierno y les ofreció una recepción oficial y un memorable acto en el Club San Carlos137. Con ese recibimiento Calixto García se sintió desagraviado, aunque él en particular había sido invitado por el general norteamericano Shafter a la ceremonia de rendición de las fuerzas españolas en Santiago de Cuba., según expone Emilio Bacardí en el tomo X de sus Crónicas de Santiago de Cuba.138


POSICION DEL MANDO MAMBI Y DEL PUEBLO CUBANO ANTE LA INTERVENCION NORTEAMERICANA

Para conocer cual era la disposición del mando cubano con respecto a la intervención norteamericana en la guerra, es importante conocer que después del hundimiento del acorazado Maine ( el 15 de febrero de 1898) y conociendo el fuerte deseo de sectores del gobierno y del pueblo norteamericano de intervenir en la situación cubana, ocurrieron estos dos hechos:

1) Máximo Gómez, General en Jefe del Ejército Libertador, se negó rotundamente, llamándole atrevimiento a la proposición del Gobernador español Ramón Blanco de que se alíe al Ejército español para combatir a Estados Unidos. La carta de Blanco es del 20 de marzo de 1898139 , pero según otros historiadores, ambas cartas son de principios del mes de mayo de ese año. Bernabé Boza en su segundo tomo de Mi diario de la guerra incluye la carta de Gómez, de la cual extraemos el siguiente fragmento:

Usted dice que pertenecemos a la misma raza y me invita a luchar contra un invasor extranjero; pero usted se equivoca otra vez, porque no hay diferencia de sangre ni de razas.Yo sólo creo en una raza: la humanidad, y para mí no hay sino naciones buenas y malas. España habiendo sido hasta aquí mala y cumpliendo en estos momentos los Estados Unidos hacia Cuba un deber de humanidad y civilización. Desde el atezado indio salvaje, hasta el rubio inglés refinado, un hombre para mí es digno de respeto, según su honradez y sentimiento cualquiera que sea el país o raza a que pertenezca o la religión que profese.

(Máximo Gómez Báez)

Así son para mí, las naciones y hasta el presente, sólo he tenido motivos de admiración hacia los Estados Unidos. He escrito al Presidente Mc Kinley y al general Miles dándoles gracias por la intervención americana en Cuba. No veo el peligro de nuestro exterminio por los Estados Unidos a que usted se refiere en su carta. Si así fuese, la historia los juzgará.140

2) Los insurrectos rechazaron la disposición española del 10 de abril de 1898 de suspender las hostilidades en Cuba con objeto de preparar y facilitar la paz .141. En esa disposición

Posteriormente el Consejo de Gobierno, presidido por Bartolomé Masó, aprobó el 10 de mayo de 1898 supeditar las fuerzas cubanas al mando militar norteamericano142. Esta aprobación fue anterior a que tropas norteamericanas desembarcaran en Cuba; aunque, la guerra entre España y Estados Unidos oficialmente había comenzado el sábado 23 de abril, cuando España le declaró la guerra a Estados Unidos ante la publicación de la Resolución Conjunta, el 19 de abril de 1898, y los preparativos bélicos que se estaban haciendo por la parte norteamericana, pero básicamente, para evitar un golpe de estado militar que derribara a la monarquía y con él salir de la crítica situación militar, política y socioeconómica que presentaba la España de ese fin de siglo. Estados Unidos le declaró oficialmente la guerra a España el lunes 25 de abril.143

Debo añadir que la decisión del Consejo de Gobierno del día 10 de mayo de 1898 fue tomada sobre la base que los insurgentes cubanos debían hacer causa común con Estados Unidos, país valorado como ... nación justa, poderosa y fuerte, dispuesta a coadyuvar con nosotros144.

Para conocer cual era la disposición del pueblo cubano ante la intervención norteamericana en la guerra, me voy a referir a una entrevista realizada el día 16 de diciembre de 1969 por María Poumier al destacado historiador cubano José Luciano Franco, fallecido en Cuba, donde éste planteó:

El ejército americano fue bien recibido, contra todo lo que diga todo el mundo; porque el odio concentrado de Cuba desde años era contra los españoles; se tomó en ese momento por el pueblo la llegada norteamericana como una cosa libertadora. Había, en comparación con España, un idealismo cubano, considerando al norteamericano el mejor del mundo.145 
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Otra nota del Bloguista de Baracutey Cubano
En http://eddosrios.org se lee la carta de reconocimiento del general William Ludlow del día 15 a Calixto García, pero antes hagamos la observación que los españoles habían hecho una fuerte propaganda de que los EE.UU. usarían a los mambises como ¨carne de cañón¨ en sus batallas junto a los norteamericanos ( el falso Memorandum Breckenridge es una muestra ) y por eso en las batallas en que estuvieron ambas fuerzas, los cubanos mambises fueron usados por el mando norteamericano no directamente en la batalla sino en tareas de exploración, búsqueda de información y en la construcción de trincheras y defensas.
¨I beg to congratulate you as well as ourselves on what seems now to have been a fortunate solution of the Santiago problem, resulting in the success of our combined forces in the taking of the city, the departure of the Spaniards, and the restoration of peace in Santiago.
Permit me to say to you that your forces have performed most notable service, and their work has been invaluable for us not only in scouting and procuring information, but in the vital matter of the construction of trenches and defenses for the investment of the city...¨
Y más adelante en ese mismo enlace pero escribiendo ahora sobre el agravio y desagravio norteamericano a Calixto García y a su tropa se lee lo siguiente, aunque antes aclararé, que a Calixto García y a una representación mambisa se le había invitado personalmente a entrar junto a las tropas norteamericanas a Santiago de Cuba, pero Calixto García defendió en su carta el derecho de todas las fuerzas mambisas a entrar a esa ciudad.
¨Por suerte para los cubanos Shafter regresó a los Estados Unidos el 26 de agosto. Adiposo y enfermizo, el calor y la campaña de Santiago lo hicieron sufrir; siempre tuvo mal recuerdo de Cuba y de los cubanos, de los que siguió hablando mal para justificar sus desaciertos. Quedó como gobernador militar de la plaza el general Leonardo Wood y, ya en ausencia de Shafter, quiso hacerle justicia a los mambises —acto que le reduce su cuenta de culpas en Cuba. Invitó a la ciudad al general García y parte de su tropa. El 23 de setiembre fue a esperarlo a las afueras de Santiago: un testigo excepcional narró el acontecimiento: Emilio Bacardí:

A las nueve menos cinco de esta mañana radiante de sol y rebosante el corazón de Cuba, llegó a las puertas del Palacio de Gobierno Calixto García Íñiguez. Desde las primeras horas la ciudad entera se dispuso al recibimiento del héroe. La muchedumbre invadió las calles de la carrera, carrera verdaderamente triunfal. Casi todas las casas particulares y muchos establecimientos ostentaban colgaduras y banderas cubanas. Desde el Paseo de Concha a la Plaza de Armas, subiendo por la céntrica calle de Santo Tomás, el pueblo estaba congregado en grandes masas. Al costado del Palacio estaban apostadas varias compañías de la guarnición americana de esta ciudad con banda de música dispuesta para tributar honores militares a nuestro general. En la entrada de Dos Caminos le aguardaba con sus oficiales, en representación del gobierno americano, el general Wood. Rodeado por ellos y seguido por su Estado Mayor, y una numerosa escolta, entró por fin. Después de permanecer en Palacio algunos momentos para saludar al general Lawton siguió el general García por las calles de la Marina, San Pedro, Heredia y Calvario hasta su residencia, en la casa número 6 de ésta.

Agradecido por el homenaje y en elogio de los americanos dijo Calixto García en aquella oportunidad: “Gran nación deben de ser los Estados Unidos cuando los hijos de sus millonarios, que solamente podían ganar en Cuba gloria militar, vinieron aquí a morir junto a los soldados cubanos”. Y por la noche hubo una gran fiesta en el criollísimo Club San Carlos, que no había querido cerrar sus puertas ni cuando el bombardeo ni cuando el éxodo, y que desafiando el desaire de Shafter colocó la bandera cubana en su balcón desde el día 18 de julio. Y en todo hijo de la ciudad, y en toda santiaguera hermosa que acudió aquella noche a felicitarlo, tuvieron el guerrero, y su patria, el mejor desagravio.¨
Por último con respecto a la prohibición norteamericana de no permitir la entrada de las fuerzas mambisas a Santiago de Cuba, deseo puntualizar que en esas fechas y después de terminada la Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana, en los círculos políticos norteamericanos que deseaban la independencia cubana, la figura preferida para ser primer Presidente de Cuba era Calixto García Íñiguez y no Don Tomás Estrada Palma.