jueves, noviembre 16, 2017

Camilo Loret de Mola: El poeta chileno Pablo Neruda y los ataques sónicos

ALGO DE HUMOR



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Tomado de https://www.cubaencuentro.com/

Neruda y los ataques sónicos

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Se ha perdido mucho desde aquellos comunistas latinoamericanos de postguerra, que dirimían diferencias en medio del salón, exponiendo principios a voz en cuello
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Por Camilo Loret de Mola
Miami
16/11/2017

Era entonces mucho más elegante la resistencia.

El poeta se volvió clandestino, había una “Ley Maldita” que lo obligaba a moverse en los claroscuros, evitando cada trampa que le tendiera Gabriel González Videla, su presidente.

Pero Neruda no le temía al político astuto, terminará acusándolo de traidor y bautizándolo como esa especie de “saurio tigre venido de la cordillera”.

Más que huir, el poeta protagonizaba una fuga circular, una carrera divina, hacia ningún lado.

Y pese a la desenfrenada cacería oficial, defendió su rito de animal nocturno.

Rodó desenfrenadamente, recitándolo todo, como si fuera la última vez.

Ahogándose en sexo, egoísmo y poesía, en cuanto prostíbulo, bar o peña se le atravesara en el camino.

Ya en la madrugada, agotado y mustio, Neruda se arropaba en el asiento trasero de su auto y daba una orden corta al chofer:

“A la moneda”, decía secamente.

(Pablo Neruda)

El chofer sonreía y sin apurarse ponía rumbo a la casa presidencial.

Daban varias vueltas a la manzana, comprobando que las luces del primer piso de la residencia estuvieran apagadas, dormidas, desconectadas.

Y entonces con un golpecito liviano en el hombro del conductor Neruda casi gritaba en un susurro.

“¡Ahora!”.

En ese preciso instante el chofer tocaba el claxon, profusamente, por varios segundos. Como trompeta bíblica, apéndice violador que le imponían a la calma de los muros nocturnos.

“¡Lo despertamos de nuevo!”, reía el prófugo comunista, el rey de las noches bohemias de Chile.

En su júbilo de borracho, el poeta se imaginaba al presidente, con pijama de gala y banda presidencial, revolviéndose en la cama y maldiciendo “Este Neruda otra vez”.

Era su momento de rebelión, su ataque sónico, su instante de venganza sutil y algo infantil.

Quizás nunca llegó a molestar a nadie, ni siquiera a los carabineros de la entrada, pero se sentía rebelde, feliz, arriesgado.

Luego regresaban, chofer y poeta, con sonrisas nerviosas, huyendo de supuestos perseguidores, con rostros difusos por los alcoholes.

Neruda sudaba, en el fondo sabía que estaba dilatando la partida, que ni con todos los cláxones del mundo podría evitar una fuga europea, condenado a ceder el rey ante el tablero agresivo de su contrincante.

Se ha perdido mucho desde aquellos comunistas latinoamericanos de postguerra, que dirimían diferencias en medio del salón, exponiendo principios a voz en cuello, agitando sus libreas de caballeros.

Se fueron desgastando, disipando en guerrillas y revoluciones fracasadas, hasta llegar a la sinfonía inconclusa de La Habana.

Esa andanada de ruidos y pitos tropicales, exclusiva para diplomáticos estadounidenses.

Gesto de desespero, sin gota de glamour ni sentido, por el que están obligados a responder.

Imagino a los toscos mancebos “segurosos”, a bordo de su estrecho auto oficial chino, rondando los alrededores de la embajada, descargando el cañón de los ruidos y gritando por lo bajo “los jodimos asere, patria o muerte”

Estridencias injustificables, ni siquiera con el argumento de una canción desesperada.

© cubaencuentro.com

2 Comments:

At 4:31 a. m., Anonymous Anónimo said...

genial pero quien escribe?
no identifico al autor
es chileno?
sabe mucho de Neruda
quizas uno de los refigiados dela habana
la anecdota es real

 
At 9:33 a. m., Blogger PPAC said...

Señor Anónimo

Camilo Loret de Mola es cubano e hijo de cubanos; es abogado. Recuerde que a Cuba fueron a vivir muchos refugiados chilenos.

 

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