jueves, febrero 16, 2017

Nicolás Águila: Juan Almeida, embustero mayor

Tomado de https://www.faceb

 Juan Almeida, embustero mayor

Por Nicolás Águila
15 de febrero de  3016

El difunto Juan Almeida afirmó en varias ocasiones que él no pudo triunfar como compositor en el capitalismo porque era una sociedad racista. Mentiras suyas.

 Es verdad que existía discriminación racial en muchos sectores, pero no precisamente en el ámbito de la música popular cubana. En el mundo del espectáculo, en Cuba, predominaban los cantantes y músicos negros o mulatos, que se ayudaban entre sí y se recomendaban mutuamente según el grado de afinidad y según la calidad y el buen hacer de cada cual. Bastaría con mencionar a Benny Moré, Pérez Prado, Bola de Nieve o Barbarito Díez, que no fueron excepciones sino figuras excepcionales, por no hablar de un abakuá como Chano Pozo que triunfó en La Habana y en Nueva York con su percusión inigualable en la rumba y en el jazz.

(Juam Almeida Bosque en 1953)

Si en el showbiz no discriminaban a los negros que daban la cara, ¿por qué iban a discriminar a un compositor cuyo rostro suele ser desconocido y a veces anónimo? Nadie le preguntaba a un cantante o a un director de orquesta de qué raza o color era el compositor de tal o cual número de su repertorio.

Almeida no triunfó antes del 59 porque en aquel medio había que ser talentoso y altamente competitivo para triunfar, además de mantener una dedicación constante. Y su tiempo él lo consagraba básicamente a su actividad como carterista de la ruta 22.

 (Juan Almeida Bosque)

Después del 59, con los grados de comandante ganados sin haber tirado un hollejo, se le abrieron los caminos. Muchos se volvían locos por cantarle sus canciones anodinas, empezando por su amiguita Farah María, cuya poca voz se la educó Meme Solís para hacerla entrar en la fama como integrante de su cuarteto. Y la mujer sin voz le pagó a Meme con una puñalada trapera. Cría cuervas y te arrancarán los huevos.

***********
Nota del Bloguista

Este bloguista también había oido ese pedigré de Juan Almeida Bosque, del sobrino de un oficial de BRAC o Buró de Represión de Actividades Comunistas que había visto el expediente de Juan Almeida Bosque. También he oido que Juan Almeida era bien conocido como mandadero de algunos prostíbulos de La Habana, o sea, la persona que era enviada a comprar bebidas, condones y todo lo que hiciera falta en ese momento. Lo de ser peón de albañil, que es la versión oficialista de la tiranía Castrista, parece que lo ejerció muy pocas veces. No recuerdo bien, pero me parece haber  oido o leido que esa muchacha que compareció en el programa de María Elvira hace años es hija de la esposa de Juan Juan, pero no de él. su padre de crianza.
***************
Tomado de http://zoevaldes.net

EL PEDIGRÍ DE “CABALLO BLANCO”

Por Esteban Fernández
Febrero 17, 2011


Les juro que no existe nada más inaudito que las entrevistas de María Elvira Salazar por Mega TV de Indira Almeida. ¿Es idea mía o la interroga como si fuera una gran personalidad y nieta de un glorioso personaje de la “realeza” de nuestro país?

Yo pregunto ¿Es María Elvira una inocente ignorante buscadora de “ratings” o a veces da la sensación de simpatizar con algunos culpables de nuestra tragedia? ¿Ustedes no han notado su emoción y orgullo cuando tal parece que se refiere “al linaje de rancio abolengo” del apellido Almeida de la entrevistada?…

Tenía que haber comenzado por preguntarle a Indira: “¿Sabes quién fue la norteamericana -de Fort Lauderdale- HELLEN AYES?” La muchachita abriría los ojos y diría: “No, Maria Elvira, no tengo la menor idea” Y contestarle: “Bueno, esta señora fue asaltada el 6 de noviembre del año 48, le arrancaron la cartera, y fue dejada tirada en el piso en la esquina de Desamparados y Damas en La Habana por un delincuente común y carterista, conocido como “Caballo Blanco”. Le robaron 166 dólares. Mi estimada Indirita, esa fue una de las primeras fechorías de Juan Almeida Bosque. Este “Caballo Blanco” fue tu abuelo”.

Lo capturaron en una posada escondido debajo de una cama. En el juicio dijo que todo era un error, que “ese no era su giro”, que él se dedicaba a vender marihuana en la esquina de San Isidro y Damas, que su amigo “Pito” lo había embarcado. Y a continuación levantó un record delictivo que no lo podía brincar ni un chivo maromero.

Tuvo la inmensa dicha de tropezarse con un aspirante a gángster llamado Fidel y conocido como “Bola de Churre”, abogado sin oficio ni beneficio, que estaba en la búsqueda de reunir a su alrededor una pandilla de hampones, de satélites, que le sirvieran de guardaespaldas y tropa de choque. “Caballo Blanco” reunía esas condiciones, y tomó a Fidel Castro como si su encuentro con él hubiera sido ganarse el premio grande de la lotería nacional. Y para él así fue. Y se convirtió en el criado eterno de la bestia de Birán.

(Juan Almeida Bosque. Su Majestad "Caballo Blanco")

Castro, que no es más que un “gallego racista”, le hizo gracia porque le convenía tener a su lado a un negro sin ningún tipo de convicción política ni de principios morales. Jamás vio en él una competencia intelectual sino un leal perrito faldero.

Y lo siguió a todas partes, era su sombra. Al ataque del Moncada, al desembarco del Granma y al picnic de la Sierra Maestra. Dicen que durante la primera escaramuza se portó bien y gritaba: “¡Aquí no se rinde nadie, cojones!”. Pero de ahí en lo adelante imitó a su ídolo tirando majá y guillándose el resto de la contienda.

Después del triunfo falló por su incapacidad en todas las encomiendas ordenadas por su amo. Y decidieron ponerlo como “figura decorativa” y darle varias “botellas”. Se dedicó por 50 años a vivir como un potentado, a ligar jevas, a preñar mujeres -damas que nunca hubiera conseguido como albañil y expendedor de drogas-a componer canciones ridículas y melancólicas. Fíjense si era bruto que dentro de un régimen que predicaba el ateísmo su primera composición musical fue dedicada a la Virgen Guadalupana. Fidel le dio un tremendo halón de orejas. Trató de defenderse alegando que se trataba de Lupita una muchacha mexicana que conoció en Tuxpan.

Apoyó incondicionalmente todos los desmanes y crímenes del régimen. Lo usaban para recibir a dignatarios africanos en el Aeropuerto. Como si fuera un totí castrista. Le dieron una residencia en Punto Cero. Pero dudo que Dalia Soto le permitía acceso a la vivienda del tirano. Era simplemente un fiel mequetrefe.

Y del pedigrí de esta piltrafa humana es que María Elvira Salazar se siente muy oronda al presentar a su descendiente.