lunes, mayo 06, 2013

Rafael Rojas: Reforma y Reacción. Roberto Solera: CABALLOS DE TROYA EN EL EXILIO

 
Reforma y Reacción
 
 
Por Rafael Rojas
 
Como toda reforma, la tímidamente emprendida por el gobierno cubano, está produciendo su propia reacción. La posibilidad de que esa reforma, hasta ahora bien delimitada a una flexibilización económica, amplíe derechos civiles con la nueva ley migratoria y eventuales modificaciones en el sistema político, ha disparado las alarmas en sectores inmovilistas. La zona más ortodoxa de la burocracia, que hasta ahora ha aceptado una reforma económica que deje intacta la estructura de poder, ha decidido mostrar su desacuerdo con la imaginación –ya no digamos con el diseño- de cambios constitucionales, que viabilicen una democratización del país.
 
La llegada de Raúl Castro al poder se dio acompañada de un impulso al debate público, preferencialmente entre periodistas, intelectuales y académicos autodenominados “revolucionarios”. Dos revistas de la isla,Temas y Espacio Laical, editadas por socialistas y católicos reformistas, son una buena muestra de la vitalidad de ese debate. En los últimos años, sin embargo, los límites impuestos a esa discusión, a partir de una rígida y ficticia frontera entre revolución y contrarrevolución, han sido rebasados. Una nueva generación, que comparte valores de la tradición socialista, cree necesaria una apertura del sistema político a otras ideas de la nación y su futuro.
 
La dilatación de la esfera pública, generada por las nuevas tecnologías, hace cada vez más frecuente que coincidan, en medios virtuales o reales, voces de la oposición y del socialismo crítico, de la prensa gubernamental y los blogs alternativos, de publicaciones institucionales y páginas independientes.
 
El principal objetivo de la reacción es cortar esa confluencia y restaurar el muro que, supuestamente, debe separar a los “revolucionarios” de los “contrarrevolucionarios”.
 
Los reaccionarios son los albañiles de la incomunicación: cada vez que se abre un hueco en el muro, ellos se encargan de taparlo, para que cubanos de uno y otro lado no puedan darse la mano.
 
Si un grupo de intelectuales y activistas de la sociedad civil, socialistas y católicos, se pone de acuerdo para diseñar un proyecto de reforma política, en perfecta sintonía con lo anunciado por Raúl Castro en febrero, que trace una hoja de ruta para avanzar en cambios constitucionales —limitación del mandato a dos quinquenios, reelección inmediata y no permanente, sufragio directo del jefe de Estado, ampliación de las libertades de asociación y expresión…— y llaman a un debate, en el que intervienen intelectuales y publicaciones de la diáspora, penalizados como “contrarrevolucionarios”, entonces la oficialidad concluye que dicho proyecto también es “contrarrevolucionario”.
 
Escribir que la Revolución no ha comenzado es tan intolerable como escribir que ya terminó

 Si un joven intelectual negro, de izquierdas, envía desde la Isla un artículo a The New York Times, en el que señala que la población negra está siendo desfavorecida por el avance del mercado y la inequidad y cuestiona que la representatividad racial sea relegada en la sucesión presidencial que anticipadamente se planea, entonces ese joven intelectual negro es acusado de mimetizar el lenguaje del enemigo y distorsionar la historia nacional.
 
Si el artículo de marras es titulado por  The New York Times, “Para los negros cubanos la Revolución no ha comenzado”, entonces su autor merece ser destituido de su puesto en una importante institución cultural de la isla. Escribir que la Revolución no ha comenzado es tan intolerable como escribir que ya terminó.
 
Si un grupo de blogueros y activistas de la oposición logra beneficiarse de la reciente reforma migratoria, aprobada por el gobierno de Raúl Castro, y viaja por distintas ciudades de América Latina, Europa y Estados Unidos, denunciando serenamente las limitaciones a los derechos de asociación y expresión, y recibiendo el respaldo de líderes de derecha o izquierda, del viejo exilio de Miami y Madrid o de la nueva diáspora del DF o Nueva York, entonces la reacción habanera debe movilizar sus prensas electrónicas y sus comités de “Solidaridad con Cuba” en el mundo, para presentar a esos jóvenes como marionetas de Washington y darles su merecido con actos de repudio y griterío de calumnias.
 
Los únicos reaccionarios cubanos que existen no son, desde luego, esos albañiles y aduaneros del poder insular. También están los que desde la oposición y el exilio se empeñan en desconocer que una nueva generación crítica ha surgido en la isla, no necesariamente desligada de las instituciones del Estado y en mejores condiciones que cualquier líder exiliado o cualquier político cubanoamericano de impulsar, pacífica y legítimamente, una ampliación de las libertades públicas en Cuba.
 
De hecho, las políticas tradicionales de la oposición, el exilio, Estados Unidos y la Unión Europea —embargo, sanciones, aislamiento, “programas de transición”, catalogación de Cuba como “Estado terrorista”…— no sólo contribuyen al endurecimiento del régimen sino que restan capital moral a los nuevos sujetos del cambio.
 
La intransigencia en la isla no puede pensar ni actuar sin la dicotomía
  revolución / contrarrevolución
 
La reticencia a reconocer esos nuevos actores tiene que ver con el arraigo de viejos conceptos de la Guerra Fría en la mentalidad de unos y otros. La intransigencia de la isla no puede pensar ni actuar sin la dicotomía revolución/contrarrevolución. La ortodoxia exiliada y opositora, por su parte, no puede desprenderse de la división del mundo entre comunistas y anticomunistas. Los jóvenes reformistas de la isla, en su mayoría identificados con diversas versiones del socialismo, no son suficientemente revolucionarios para la reacción de adentro ni suficientemente anticomunistas para los reaccionarios de afuera.
 
Como en Venezuela, Bolivia o Ecuador, en Cuba existe un socialismo gubernamental, para el que pesan más los símbolos que las ideas y que concentra su discurso en un barato espiritismo en torno a las figuras de Bolívar, Martí o el Che y en el culto a la personalidad de Fidel Castro y Hugo Chávez.
 
Pero también existe un socialismo subalterno, más marxista que populista, comprometido con la autogestión popular, el respeto a la diversidad racial y sexual, la libertad de asociación y expresión y el Estado de derecho. Si el lenguaje del primer socialismo gira en torno a la noción de apología, el concepto básico del segundo sigue siendo la crítica.
 
En el entendimiento que puedan alcanzar los socialistas críticos con la nueva red de líderes, activistas y blogueros independientes está cifrada la posibilidad de una nueva oposición legítima en Cuba. Una oposición que podría ejercer presión en los bordes de las instituciones oficiales, a favor de cambios constitucionales que permitan llegar al 2017 con un liderazgo renovado y unido.
 
Sin descartar ninguna forma de resistencia pacífica, una meta de los partidarios de la reforma política en Cuba podría ser la elección de los primeros candidatos independientes a la Asamblea Nacional del Poder Popular, en los comicios legislativos de ese año.
 
--------
Rafael Rojas es historiador.
**************
Tomado de  http://cubaenelmundo.com/
 
CABALLOS DE TROYA EN EL EXILIO
 
Por Roberto Solera
Miami
 
Rafael Rojas escribe bien y se expresa con retórica universitaria de una pseudo izquierda comprometida con los ‘comunistas’ cubanos.
 
Leo sus articulos y siento furia y frustación de ver como la inteligencia tiene el precio de las 30 monedas de Judas, y que nos presenta ‘soluciones’ donde sólo hay traiciones a las democracias anheladas por los cubanos, exiliados o no.
 
Categoriza al  Exilio como reaccionario por sólo desear volver a ver a Cuba para todos los cubanos, sin imposiciones imperiales de ‘partidos únicos’ que sólo son partidos de uno…de los Castro, y si acaso, de sus pandilleros, que se apoderaron de Cuba toda, --dicen ellos, con las armas en la mano-- y esconden que nunca derrotaron a Batista con una lucha ficticia armada de álzate y espera, sino que el régimen dictatorial de Batista –sí dictatorial, dije bien y no es ningún equívoco—entregó el poder por mil y una causa y ninguna fue por derrota militar sino por una derrota moral de sus fuerzas ante el ímpetu de toda Cuba, unida “a una como Ovejuna” y ayudada por nuestros queridos ‘amigos’ los EEUU.
 
El ‘historiador’ no nos narra la Historia sino que nos ofrece “cuentos de Callejas” que nos inducen a ser corderos anuentes a sufrir su suerte –desgracia mas bien—y dócilmente incorporarnos al sainete gubernamental cubano de la Asamblea del Poder Popular, que legisla dos veces al año –es un decir -- y que ahora se prepara a volver a la tradicional casa legislativa, nuestro Capitolio --despreciado por aquéllos que nunca se hubieran sentado en uno de sus curules a no ser por nuestra ceguera política que nos ha endilgado más de 53 años de una tiranía personal absolutista disfrazada de revolución comunista, que no es ni lo uno ni lo otro.
 
El ‘historiador’ y pretendido agorero nos aconseja que nos incorporemos a las huestes ‘triunfadoras’ de la ‘revolución’ en 2017 postulándonos a la Asambles de mentiritas que es el ‘Poder Popular’, que tampoco es uno ni lo otro, y le concedamos al hermanísimo General de Oficina Raúl Modesto Castro, dos periodos de cinco años –que ya él mismo se concedió—al frente del bajel pirata que hoy es la antigua, orgullosa y airosa República de Cuba, que nos legaron los mambises y los demócratas que comandaron la nave potente, libre y pujante que fue la Perla de las Antillas.
 
Rojas es más peligroso y maligno que cualquier ‘seguroso’ de oficio pues se viste de cordero inteligente que nos guiará a la democracia, sin hacer peligrar el bote y sin derramar ni una gota de sangre, y no es mas que un Caballo de Troya que hace política a favor de los malos cubanos de "If you cannot lick them, join them!" --en buen romance: ríndanse e incorporesen a los ‘triunfadores’ de la revolución de pacotilla.
 
(Roberto Solera, el autor de este artículo, y Pedro Pablo, el Editor del blog Baracutey Cubano)
 
Me pregunto y le pregunto a Rojas, ¿cuándo se vio que en la Cuba insurreccional –no revolucionaria pues ya no lo es-- alguien que no haya sido santificado por el clan Castro tenga poder, si no es por delegación, que por supuesto le quitarían si se atreve a discrepar de las órdenes que ‘les bajan’ del Olimpo castrista. Sólo recordemos a los ‘infelices’ Carlos Aldana Escalante –que los ‘cubanólogos’ llamaban el tercero en la escala del poder--; a Robertico Robaina –“quien no salta es Yankee”--; el Canciller de las dos Cubazuela o Venecuba, Felipe Pérez Roque que junto a su carnal Carlos Lage Dávila se ‘intoxicó’ con las “mieles del poder” quienes se creyeron herederos por derecho propio de los despojos de la otrora Cuba republicana y que hoy están en el desván de los objetos perdidos.
 
Rojas sabe, sin duda alguna, que antes de los Castro en Cuba había partidos de izquierda democrática como el Partido Revolucionario Cubano (PRC) y el Partido del Pueblo de Cuba --la Ortodoxia-- que convivían con un PSP [comunista] y otros partidos de múltiples tendencias, ya desde la década de 1930, donde incluso Fulgencio Batista era líder populista aunque autocrático que aceptó se reuniera una Asamblea Constituyente que nos dio la Constitución de 1940, que fue instrumentada por todas –óigase bien—todas las tendencias políticas, incluso los restos del Machadato y que hicieron surgir la Cuba que conocimos los que vivimos esas y posteriores épocas donde la libertad era palabra de primer orden –incluso cayendo en el libertinaje—y que formó a la juventud de la época que sin saberlo ideológicamente vivía en un país de corte social-demócrata que luchaba por la libertad, incluso en tierras ajenas como República Dominicana, Guatemala, Costa Rica, Venezuela, Colombia y que daba refugio a los exiliados políticos de todos los países de la América Latina como Rómulo Betancourt, Jacobo Arbenz, Juan Bosch, “Pipí” Hernández, asesinado en el Hilton por Rafael Leónidas Trujillo, donde todos éstos y otros muchos de una larga lista vivían y convivían con los cubanos como iguales y lo mismo eran funcionarios de alto nivel, como Enrique “Cotubanamá” Henríquez Laranzón cuñado del presidente Carlos Prío y Presidente de la Cruz Roja cubana que en el anonimato de los cubanos de a pie. O como Erundino Vilela, dominicano que fue miembro de la Policía Secreta con Prío y luego en 1959 Jefe del Cuerpo.
 
¿Qué nos aconseja Rojas? La vuelta a un sistema social –esta vez con trazos de capitalismo salvaje o neoliberal, donde los extranjeros viven y los cubanos malviven y donde los derechos no se ostentan sino que se mendigan al aprendiz de tiranuelo Raúl Castro y su pandilla?
 
No gracias, Rojas! Más vale morir de pie que vivir de rodillas.

Déjese de maniobras malsanas para salvar a una ‘piragua’ ridícula que zozobra por la incapacidad y soberbia de los que aspiran a veinte o más años en el poder tras más de medio siglo de destruir a la antigua Perla de las Antillas.

¡Ya Basta!!

3 Comments:

At 1:03 a. m., Anonymous Anónimo said...

Rey

http://www.nuevoaccion.com/

 
At 9:39 p. m., Anonymous Anónimo said...

Regreso de Miami

http://www.youtube.com/watch?v=7bPbYmxmVac

 
At 2:18 a. m., Anonymous Anónimo said...

¿Que ha pasado con este blog que se
ha paralizado en el tiempo?
Ojalá que su director se encuentre
bien y pronto reanude las actividades acostumbradas en este blog de tan alta calidad.

 

Publicar un comentario

<< Home