domingo, enero 31, 2010

OBAMA ES SU PEOR ENEMIGO

OBAMA ES SU PEOR ENEMIGO




Por Alfredo M. Cepero.


Después de las debacles de Massachusetts, Virginia y New Jersey muchos esperaron un “acto de contrición” por parte de Obama en su discurso sobre el estado de la nación el pasado miércoles 27 de enero. Algo similar a lo hecho por Bill Clinton después de las elecciones parciales de 1994 en que pactó con la mayoría republicana liderada por Newt Gingrich y declaró la muerte del gobierno gigantesco y omnipresente que había promovido hasta ese momento. Aquel pacto entre hombres prácticos y pragmáticos trajo consigo una era de prosperidad económica y de control de gastos gubernamentales muy similar a la de Ronald Reagan. Por mi parte, digo con orgullo y satisfacción que jamás he creído en la capacidad de Barack Obama para rectificar su compulsivo derrotero, tan inclinado a la izquierda, que esta a punto de lanzarlo al basurero donde yacen los McGovern, los Mondale, los Carter y los Gore.

Hizo lo que me esperaba. Pronunció un discurso agresivo y repetitivo donde culpó a Bush y a los republicanos de los males del país, insistió en su proyecto sobre el sistema de salud, sobre los programas para la preservación del medio ambiente y sobre un nuevo paquete de estímulo económico disfrazado de programa para generar empleos. Todas estas iniciativas impondrán regulaciones masivas y nuevos impuestos que paralizarán la creación de los empleos que tanto necesita en estos momentos la economía norteamericana. En síntesis, disparó un discurso de barricada como si todavía estuviera en campaña electoral y como si él no fuera ya parte del Washington que continua atacando a pesar de sus doce meses como residente de la Casa Blanca.

Todo parece indicar que Obama se niega a renunciar a su agenda socialista y que, a los efectos de hacerla realidad, está dispuesto a violar la constitución y a enfrentar la ira del pueblo norteamericano. Para ello tendrá que acudir a medidas extraordinarias y estamos convencidos de que lo hará. Por ejemplo, en su discurso del miércoles dijo que emitiría una Orden Ejecutiva para poner en vigor la Comisión de Presupuesto que el Senado se negó a aprobarle. Incurrió incluso el miércoles en una violación flagrante de la separación de poderes y en una total falta de respeto cuando regañó públicamente a los magistrados del Tribunal Supremo presentes en el hemiciclo del Congreso. Obama se opone al fallo del Supremo donde se reconoce el derecho de las corporaciones a contribuir a los candidatos de su preferencia en las elecciones nacionales al amparo de la Primera Enmienda de la Constitución.

Por otra parte, sería iluso esperar que Barack Obama se comportara como Bill Clinton. Clinton es un populista que demostró tener una gran capacidad de maniobra y un agudo sentido de supervivencia. Obama es un dogmático convencido de la infalibilidad de sus argumentos y un ingeniero social cuya venda ideológica le impide ver el abismo al que lo conduce su testarudez. Los hombres como Clinton ajustan sus planes de acuerdo a las realidades políticas según les son reveladas por la consulta en las urnas. Los hombres como Obama quieren que sus conceptos del hombre y del mundo sean aceptados como realidad por el resto de la humanidad.

Estos autodesignados redentores, ignoran que, por naturaleza, el ser humano desea disfrutar del producto de su esfuerzo y que cualquier remanente beneficie a sus seres queridos, no al estado asfixiante y controlador. Por eso fracasan como fracasó el “hombre nuevo” de la tiranía castrista y como esta fracasando el socialismo del Siglo XXI del orate parlante venezolano. Como Castro y como Chávez, Obama es su peor enemigo. Esperemos que, como ellos, no se convierta en enemigo de su pueblo.

Pero tan importante como lo que dijo es lo que no dijo en el curso de su mensaje a la nación. En sus setenta minutos de perorata, quizás un record para estas intervenciones, aparte de repetir “yo” en 96 ocasiones, Obama nunca mencionó la palabra terrorismo, no hizo referencia a Guantánamo, ni tocó el espinoso tema del juicio contra Khalid Sheikh Mohammed en los tribunales ordinarios en la ciudad de Nueva York. Sin dudas este hombre tiene problemas para enfrentar a los enemigos de los Estados Unidos y, en especial, para mostrar energía frente a la amenaza declarada del fundamentalismo islámico. Y eso pone en extremo peligro la seguridad nacional de los Estados Unidos.

Dentro de la misma tónica de omisión, habló en términos genéricos sobre los derechos humanos pero no destacó las recientes muertes en Irán y Venezuela. Tampoco mencionó la represión sorda y selectiva, pero brutal y despiadada, contra los opositores cubanos. Presumimos que su objetivo es no poner en peligro su diplomacia solapada a través de visas a los músicos esbirros como Juan Formell y Omara Portuondo que vienen a echar sal en la llaga de nuestro dolor de exiliados.

El saldo para el noviembre ominoso de este 2010 que se le viene encima a Obama podría ser desastroso. La izquierda lo ataca por haber hecho muy poco, la derecha jamás le perdonara su brutal arremetida legislativa del año 2009 y los independientes que le dieron la victoria en el 2008 están indignados por haber sucumbido ante una retórica que fue contradicha por sus actos en el primer año de gobierno. En conclusión, Obama ha demostrado ser su peor enemigo y tenemos la impresión de que carece de la flexibilidad y del sentido común para redimirse a si mismo y ahorrar miseria y dolor a las familias norteamericanas.

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Miami, Florida, 1-31-2010.

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