miércoles, mayo 30, 2007

FRANCISCO FRANCO Y CUBA

Tomado de Cuba Nuestra



Franco y Cuba
2007-5-28
Por Ricardo Acirón Royo.
Periodista Catedrático de Periodismo Facultad de Ciencias de la Información Universidad de La Laguna Tfno.: 922 31 72 40

Aunque esté fechado en 2006, aún sabe a fresca la tinta del libro último del profesor De Paz Sánchez. El volumen, impreso por , abarca cinco trabajos, ya anticipados por el autor en revistas especializadas, más un capítulo sexto, el más denso, que también cede su encabezamiento al título general de la obra. Sabido es que las preferentes líneas de investigación del catedrático de Historia de América de la Universidad de La Laguna basculan entre los vínculos existentes en las dos orillas del Atlántico, desde el corazón y la cabeza, y el repaso al pretérito de la masonería y el simbolismo. El vástago recién alumbrado ha de inscribirse, obviamente, en el primero de los registros científicos.

( Portada del libro )

En , , don Manuel de Paz efectúa incursiones en las relaciones gubernamentales cubano-españolas, durante dieciocho años (1957-1975), tan intensas como peculiares. Por no decir que sumidas hoy en el desconocimiento, y, en aquel entonces, harto paradójicas; repletas de complicidades, pragmatismo, entereza, solidaridad, reconocimientos mutuos…El historiador establece el cuadro de análisis con las realidades emanadas de dos regímenes políticos de ideologías radicalmente opuestas. No obstante, el anticomunista jefe del Estado español, amigo de EE. UU. y autorizador de las bases militares norteamericanas en territorio peninsular, romperá el bloqueo estadounidense a la Perla del Caribe. Considerará que el pueblo era lo primero y que la Gran Antilla había sido víctima del expansionismo marxista de la Unión Soviética, estimulado por los abusos coloniales de USA. Les recomendará a los cubanos que no gasten “ni un céntimo, ni un solo céntimo” en indemnizar por las expropiaciones revolucionarias a los vecinos del Norte. O, años después, en otra coyuntura distante, el mismo Franco rechazará la sugerencia a la colaboración española en la guerra del Vietnam, porque él adjudicaba “créditos de patriota” a Ho-Chi-Minh.

Fidel Castro, por su lado, agradecerá la continuidad del comercio español, sobre todo en su virtualidad de puente hacia el exterior y de foro de diálogo internacional en épocas de impuesto aislacionismo. También la comprensión con la causa revolucionaria y democrática contra la dictadura de Batista. Y producida la expulsión del embajador Lojendio (valga el paréntesis: episodio que relataría el propio Fidel, con sentimientos encontrados, en una velada memorable en La Habana, en honor al presidente canario Manuel Hermoso y acompañantes), el grave incidente diplomático tampoco excedió de uno de tantos rifirrafes “de familia”.

El tirón del comandante Castro hacia sus ancestros gallegos, la pasión cubana del general Franco, la crisis de los misiles, el laberinto de Clío…O la fascinación de uno y otro dirigente por la guerra de guerrillas son investigados, con la erudición esperada, por el doctor De Paz. Una anécdota: don Manuel rastrea incluso la retranca galaica de ambos personajes; respetuosamente: ¿lo ha hecho valiéndose, también, de la retranca palmera?

Portada del libro

Publicada originalmente en el sábado 26 en "La Opinión de Tenerife", se rerpoduce con autorización del autor